La diferencia entre un cleptócrata y un estadista sabio, entre un varón ladrón y un benefactor público es únicamente de grado: se trata solo de saber que porcentaje del tributo de los productores queda en poder de la élite, y hasta qué punto les agradan a los ciudadanos corrientes los usos públicos a los que se destinan los tributos redistribuidos.
Jared Diamond “Armas, gérmenes y acero”, Del igualitarismo a la cleptócracia, pagina 317.
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